lunes, 14 de julio de 2014

¿Y...el regalo?

Resulta que hace unos días, la persona más importante del mundo mundial cumplió años, no estoy hablando de James Cositadivina Rodríguez, no; hablo del ser que me dio la vida, mi señora madre. Pensé hacer lo que cualquier persona normal haría en estos tiempos y era escribirle "Te amo mamá" en el muro de Facebook, pero tenía dos problemas: 1) Ella no tiene Facebook así que no vería el mensaje y 2) jamás he compartido una foto donde digo que "amo a mi mamá" y "estoy orgullosa de ella" así que nadie iba a creerlo. 
 Entonces opte por hacer lo más cavernícola que se puede hacer en pleno siglo XXI, la llamé al celular a felicitarla y ella de la forma más amorosa me respondió:

 - "¡Cuidado y se levanta más temprano y me felicita personalmente!" ¡Ay, cuanto amor en esa frase!

Pero el problema no era que yo me levantara tarde, ni que Uribe haya tenido que cambiar su clave de twitter, tampoco los problemas de dicción de los que sufre el "Pibe" Valderrama en el comercial de redu fá fá. ¡No! El problema era que no sabía que darle. Y es que el presupuesto con el que contaba era un poquito más de lo que se gasto en la inauguración del mundial de Brasil.

Así, que llamé a una persona que seguro me iba ayudar con el regalo para no tener nada de qué preocuparme, sino únicamente de conseguir la paz mundial o por lo menos de con qué carajos iba a recargar la tarjeta del STIP; y era mi hermana mayor. Hablamos un poco menos de cinco minutos con lo que me dijo:

-          Yo no sé, yo ya le compre la torta…regálele no sé una blusa, un perfume o un bolso, mejor dicho cómprele lo que usted quiera.

Quede más confundida que Messi cuando recibió el balón de oro a mejor jugador del mundial. Y más preocupada que Falcao sin plancha, pero había que pensar. Entonces cuando salí de la oficina me fui a buscar el regalo.

Entre a una tienda de Totto a buscar un bolso de picada o de masoquista como quieran llamarlo.

-          Disculpe, estoy buscando un bolso ¿Me puede ayudar?

-          ¡Claro, siga!

La señora me escaneo de pies a cabeza y me mostro la última colección que habían sacado, creo que lo hizo a propósito, porque me vio la cara de no tener con qué compararlo. Me preguntó que cuál quería y yo lo único que pensaba era:

-          ¿Cómo hago para decirle cual es mi presupuesto sin que se burle de mí? Pero, gracias una de sus compañeras que no tenía papel en el baño me la quite de encima (PDA: lleven papel higiénico siempre con ustedes) logré huir lo más lejos posible de ahí.

Entre a un almacén de ropa, aquí Pablo regálame la llamada a un amigo, porque aquí influyen varios factores.

1)      Tiene más gusto en ropa la Tigresa del Oriente que yo

2)      Mi memoria no me daba para acordarme la talla de mi mamá

3)      ¿Qué era mejor? ¿Unas medias, una blusa, un pantalón?

Deambule por el bendito almacén, mientras le marcaba a mi hermana para que me ayudara pero no contestó, así que estaba sola como el Chavo del 8 cuando lo trataron de ratero L. Así dure un buen tiempo hasta que lo conseguí lo que andaba buscando o mejor dicho lo que mi paupérrimo presupuesto me dejaba. A mi mamá le gustó el regalo.


Y de esto aprendí que no debo entrar a lugares caro si no hay con qué y que es mejor prender la estufa con fósforos que con mechera.

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